Sabido es que hemos heredado un quehacer personal y profesional con un gran predominio mental que nos ha sido muy útil y que ahora nos ahoga con tanta racionalidad, tanta planificación, tanta eficacia y eficiencia desconectada de la sostenibilidad. Somos cartesianos y ésta manera de funcionar nos la llevamos al trabajo. Es nuestra zona de confort y, a ratos, jugamos a ser creativos, a conectarnos, a dejarnos fluir, a ser intuitivos… pero si las cosas se tuercen, se tensan… ¡¡¡ZAS!!! Ahí está nuestra mente para controlar la situación, y que bien que así sea cuando no hay otro recurso.